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viernes, 15 de octubre de 2010

LA WIPHALA DE LA E.E.T 3145: SIGNIFICADO...



Escuela de Educación Técnica Luracatao N°3145



                                                                                              Wipala de la Escuela Luracatao
de  el nombre Luracatao
 Luracatao,  es el nombre  que  pronunciamos desde tiempos antiguos, en el camino nos obligaron a  olvidar su sentido y  negar su pertenencia, pero en muda resistencia  y algunas veces hasta con vergüenza seguíamos nombrándonos luracataos.  Los lingüistas  e historiadores intentan descubrir su sentido, algunos dicen que está compuesto por la terminación   cacana  ao (pueblo),  y otra  raíz  quechua  yurac: blanco, y  significaría Pueblo Blanco.
Toda reconstrucción histórica e intelectual que nos ayude a reencontrarnos con nuestras raíces son validas, pero la identidad es más que eso, tiene que ver con la esencia que alimenta cotidianamente nuestra convicción de que somos hijos de los antiguos. Los Luracataos.
 
Raíces ancestrales- Identidad Luracatao
La historia  es un recorte de la realidad pasada, y dependiendo de quién o quienes   sea/n los lectores de esa realidad, esta se teñirá de diferentes colores. En la nuestra cultura, la forma de expresión y trasmisión  primordial es la oralidad, por lo tanto no hay registros del pasado según la mirada de los antiguos,  los historiadores fueron tejiendo una trama  sobre las urdiembres constituidas por documentos escritos por cronistas advenedizos. Entonces lo que podemos  leer  de nuestra historia    son retazos de una realidad fragmentada, difusa, como un sendero que entre espesa niebla se deja apenas divisar. Pero en la comunidad andina  solo una  pequeña parte del relacionamiento con  el entorno pasa por  la mente o el conocimiento, el resto para por la sensibilidad, los sentidos,  y la conversación con los huacas, runas, y pacha antiguos y presentes. Las hojas de un árbol no saben lo  que ocurre bajo la tierra pero sienten como los nutrientes de las raíces  permiten cada día parir nueva vida, de igual manera es trascendental para nuestro pueblo  sentir  que raíces ancestrales nutren nuestros días con esencias de un pasado y una cultura aun vigentes.
Los que tenemos escrito sobre nuestras raíces ancestrales son  aportes  provenientes de  los estudios arqueológicos; crónicas,  de viajeros, religiosos y guerreros foráneos   que cuentan sus pasos por estos territorio en tiempos  de la conquista y coloniales; documentos eclesiásticos y públicos de aquellos momentos;  y por supuesto de los relatos que se trasmiten de una generación a otra.
Sabedores de que solo podremos bosquejar un retrato del pasado en este escrito, y que a pesar de ello,  sostenemos certezas de que ese pasado alimenta cotidianamente  nuestra identidad, porque vivimos y sentimos la esencia de esas raíces ancestrales.
Según los vestigios encontrados en nuestros antigales y las clasificaciones realizadas por los estudiosos del pasado (arqueólogos, antropólogos, historiadores, etc.), nuestro territorio estuvo habitado desde  alrededor del 10.000 A.C.; desde ese momento  según las tipificaciones   realizadas de los elementos encontrados en determinados lugares  se identifica las siguientes  culturas: Ampajango, Colomé, Ayampitin, Saladillo, Cienega, Condorhuasi, Aguada, Santa Maria, Hualfín, Belén, Inca; todas ellas  pertenecientes a cuatro periodos (pre cerámico, temprano, medio y tardío)  en función de la estrategia de vida que en esos momento predominaba; que  se dice, fue de la caza y recolección al desarrollo de la agricultura y alfarería.
Con el correr de los tiempos, se fue constituyendo una cultura con  aspectos comunes, tales como: lazos de sangres, lengua, cosmovisión,  organización política y social; que les permite englobar a todos los pueblos de la región  bajo el rotulo de  etnia,  denominada en forma genérica Diaguito-Calchaqui o en forma más específica a los daguitas del norte, Pulares. Los habitantes de los valles pre cordilleranos del  actual territorio salteño, Tucumano, y Catamarqueño, tenían muchas cosas comunes, pero la más importante era la lengua, el Kakan. Entre los cacanos se encontraba una parcialidad denominada Pulares, integrada por  los Humanaos, Colomis, Tacuiles, Chicoanas,  Luracataos; todos ellos pequeñas  organizaciones tribales que respondían a un Apa elegido por sus cualidades  morales,  su sabiduría,  y su espíritu justo.
En este escenario incurren dos acontecimientos  de gran relevancia para los pueblos Pulares, Primero la llegada de los Incas; que en su afán de incorporar territorios al Incarri  se imponen  a los pueblos de la zona; olvidando la  importancia de criar el equilibrio y armonía; Esta actitud del los vecinos de norte (afán de poder y riqueza) abre la puerta para que la enfermendad de la conquista  española y occidental sea posible; tal como a una chacra que si se rompe el equilibrio y destruye la esencia de la vida y el entorno, le entran plagas con gran facilidad. Y después ya sabemos  lo que paso; y aun sufrimos los efectos de la conquista y colonización: Las encomiendas, el destierro, la desvalorización de lo nuestro, la destrucción de nuestra esencia. Pero está escrito como de a poco nuestros antepasados regresaron  huyendo del confinamientos en territorios ajenos para volver a criar al pueblo Luracatao.
Mas importante que esas clasificaciones y construcciones conceptuales que puedan realizar los científicos, para nuestra identidad  son esenciales  los elementos  y sitios, los  cuales  tienen plena y vigorosa vigencia en nuestros días.  Entre las herramientas encontradas tenemos  lascas, hachas, flechas  y cuchillos de piedras de considerable dureza, que seguramente algún ancestro utilizaba para  cortar tunas, cazar  vizcachas o hacer un abrigo con el cuero de un guanaco, etc.; y  qué decir de  las pecanas, conanas,  morteros, marayes,  que  con vital presencia viven como en el pasado en el seno de las casas luracataos. Y cuanto podemos sentir cuando algún cateño en una terraza o anden antiguo siembra y cosecha  maíz, papa, quinua, zapallos, cuidando  con ancestral sabiduría  el suelos, el agua y el cerro. Y cuan fuerte se torna la identidad cateña cuando en tiempo de siembra los vecinos mingan, para realizar las arduas tareas de cultivar la tierra, celebrando a la Pachamama con aloja de algarroba o chicha de maíz amarillo.
Podemos nombrar muchas más  tareas, herramientas, valores, modos relacionales, integrantes del entorno natural y espiritual, nombres, etc.,  que son testigos y savia de raíces ancestrales que la peste de la conquista y sus derivados a un no pudieron matar; porque la identidad cateña resiste silenciosa y tenazmente, para un día nuevamente florecer.   

En homenaje  al Pueblo Cateño y, con el propósito de revalorizar la identidad local y ancestral, es que se propone para la ESCUELA DE EDUCACION TECNICA N°3145  el nombre de LURACATAO.  Esta propuesta está sustentada también en el conceso construido en el seno de la comunidad educativa. Y en el aval de las comunidades originarias que recientemente adquirieron sus personerías jurídicas.
Simultáneamente se postula  como principal emblema de la Institución a la Wipala creada por los alumnos y docentes  a partir de concursos artísticos.
… De La Wipala
Si Tenemos que pensar en un símbolo para la Escuela, pensamos en uno que represente nuestra identidad como luracataos, y por ello sin desmerecer los estandartes del estado provincial y nacional del que somo parte, pensamos enarbolar un wilancha (seña  y marca) de los antiguos. Tal como lo es la Wipala







La  cruz  andina o  cruz CHAKANA (cruz del sur) representa a la organización de la Escuela  conformada por   distintos colectivos  (docentes, estudiantes padres, tierra, construcciones) que sostenidos en  valores ancestrales - UNIDAD, IGUALDAD, RECIPROCIDAD, TRABAJO COLECTIVO -    se extienden hacia  los cuatro puntos cardinales representados en el cuadrante  de fondo  con los colores que le correspondieron desde siempre a los  cuatros rincones del territorio.









Los colores  que enarbola la escuela encierran significados  ancestrales,  que la institución  adopta  como  sustento de las prácticas cotidianas. Estos son los colores y sus significados:
ROJO: Es el color símbolo de la sabiduría-practica  y con resultados a la vista. Los   runas  interpretan el lenguaje vivo de la naturaleza  y aprenden conversando  con ella. Es el símbolo de los saberes ancestrales,  es la expresión del hombre andino, en el desarrollo intelectual, es la filosofía cósmica en el pensamiento y el conocimiento de los AMAWTAS.
BLANCO; representa al tiempo y a la dialéctica (jaya-pacha), es la expresión del desarrollo y la transformación permanente del territorio y comunidad andina, el desarrollo de la ciencia y la tecnología, el arte, el trabajo intelectual y manual que genera la reciprocidad y armonía dentro la estructura comunitaria.
VERDE; representa la economía y la producción andina, es el símbolo de las riquezas naturales, de la superficie y el subsuelo, representa, tierra y territorio, así mismo la producción agropecuaria, la flora y fauna, los yacimientos hidrológicos y mineralógicos. Es
NEGRO: en la cultura occidental representa al trabajo; consideramos que la escuela es el lugar donde corresponde inculcar la dignidad que encierra el acto creador del trabajo.  En la cultura andina, significa nacimiento. Y junto al color blanco representan la dualidad  hombre mujer.



               Cuadrantes con los colores de los cuatros rincones del territorio.

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